Fiel a su personal estilo, que usualmente lo he encontrado descrito como "minimalista", en su colaboración con Woody Allen, Glass imprime a su música repetitiva e hipnótica un cariz operístico y dramático, que casa perfectamente con las intenciones cinematográficas del genio de Manhattan. La obsesividad de la música de Glass se torna en suspense, drama e incluso comedia para ambientar con gran solvencia la historia de Allen.
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